A Amo se le hizo chico el cielo para poner sus ilusiones.
Doras, en cambio, lleno de pasos con ganas las calles de la ciudad.
Doras tropezaba con los grises y sumaba cicatrices
Amo se lanzaba al horizonte pero nunca lo alcanzaba
Doras, desde la última calle, miraba el cielo con las manos.
Amo, ya sin cielo, lloraba horizontes.
Doras esperaba a la vuelta de su última soledad
Amo me alejaba y se alejaba para llegar a esa ciudad
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