viernes, 26 de septiembre de 2008

La Ciudad de Doras

A Amo se le hizo chico el cielo para poner sus ilusiones.
Doras, en cambio, lleno de pasos con ganas las calles de la ciudad.

Doras tropezaba con los grises y sumaba cicatrices
Amo se lanzaba al horizonte pero nunca lo alcanzaba

Doras, desde la última calle, miraba el cielo con las manos.
Amo, ya sin cielo, lloraba horizontes.

Doras esperaba a la vuelta de su última soledad
Amo me alejaba y se alejaba para llegar a esa ciudad

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